Explorar, pensar o representar documentos de papel desde lo pictórico es en cierta manera iniciar un proceso inverso al de la propia manera tradicional de enfrentarse a un lienzo. Como principal materia para hacer cuadernos de apuntes, el papel es el espacio óptimo para un boceto inicial pero también el camino de ideas para llegar a lo definitivo: el fresco, el lienzo de gran formato, el monumento, la pintura mural o el grafiti. Aquí el papel en formato de documento de identidad, es el modelo, la herramienta y la probeta experimental que se erige en elemento sobre el que reflexionar y se convierte en lienzo, en un juego que procede con imágenes aumentadas, manchas magnificadas, detalles de humedad, óxido de grapas metálicas o rasgos grafológicos.
Cuando muere un ser humano termina una historia irrepetible, después, los que le sobreviven le honrarán, condenarán o echarán de menos, y con tiempo será olvidado excepto si es de los elegidos para la gloria. En el transcurso de los tiempos, la cultura social se ha alimentado de identidades virtuosas, grandes conquistadores, líderes carismáticos, guerrilleros, personas con final trágico, y en resumidas cuentas, seres que despiertan sentimientos por las características especiales de su existencia. Este concepto de identidad ejemplar es todavía aceptado con cierta autoridad, a pesar del fenómeno de las RR. SS. donde los valores parecen alejarse de lo aprendido por la memoria colectiva.
Diría Zygmunt Bauman que “La cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y ennoblecer, sino clientes que seducir” para Bauman “La cultura líquida moderna ya no siente que es una cultura de aprendizaje y acumulación, como las culturas registradas en los informes de historiadores y etnógrafos. A cambio, se nos aparece como una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido”.
Pero al olvido le ha salido un enemigo, Chema López (Albacete 1969), en cuya trayectoria se entrecruza el cine, la fotografía y la literatura para inspirarse y servir de inspiración. El presente, es precisamente una muestra de pintura compuesta por óleos sobre lino vertebrados entre el diálogo, la rima y el contraste de identidades anónimas. Existe un testimonio precedente en un autorretrato (1999) sobre el propio DNI de López titulado Mi numerito (Un cuento de fantasmas para adultos, Valencia, 2014. Ed. Fundación General Universitat de València)
Las piezas de la exposición representan diferentes documentos nacionales de identidad, carnets de afiliación, permisos de residencia y otros certificados oficiales aumentados y llevados a los bastidores a escala considerable (125 x 170 y 50 x 70 cm) cuya génesis se sitúa en los primeros meses de 2020. Por lo tanto, la muestra es el fruto de dos años de trabajo cuyo resultado es una suerte de paseo expositivo extraordinario para quien sepa apreciar el valor de la pintura, el patrimonio cultural que representa el papel en los archivos históricos, la fotografía, la historia del arte, y la figura de Francis Picabia, a quien Chema López hace un guiño, en concreto a la exposición Máquinas y Españolas, una muestra en la que el contraste entre las mujeres y las máquinas refuerza la ironía dadaísta, con un prólogo en el catálogo escrito por André Bretón, que realizó en 1922 en la Galería Dalmau de Barcelona. En este caso, López, propone ciertos oleos en base a los colores fruto de la “Carta de Quebrados”, presentado en línea, conforme aparecen en la primera planta de la galería Rosa Santos.
Pero volviendo sobre los personajes que aparecen en la exposición, no se trata de nombres de identidad popular, “No he querido recurrir a figuras conocidas”, confiesa Chema, “Desde hace tiempo adquiero documentos y fichas de identidad de todo tipo de personajes desconocidos, únicamente por el interés que despierta en mi una fotografía, o la estética y composición formal del documento en sí, lo que hay detrás de cada historia anónima. No sigo un orden ni objetivo de colección, sencillamente adquiero, guardo y contemplo de vez en cuando. También he hallado algunos online, buscando, investigando”
Ya en la antigua Grecia, Sócrates hace ver en sus discursos, que únicamente advertimos las gracias que son agudas, huecas e hinchadas de artificio, las de grandes seres, no las que se deslizan bajo la naturalidad y la simplicidad de un campesino, un carpintero, un albañil, un zapatero o un carretero, en definitiva, un común entre los mortales.
El relato de la exposición gira en torno a identidades de éste tipo de perfil, anónimas y encontradas en el camino, a veces buscadas. Identidades desconocidas que no gozan de apellidos ilustres ni logros ejemplares, personas que existieron y dejaron el testimonio de su foto y carnet, sin las condiciones necesarias para poder perpetuarse, pero que como seres humanos, se llevaron tras de sí sus historias al silencio eterno. Y este es el punto de salida que se despliega sostenido en carnés de afiliación usados en tiempos de guerra, documentos para identificar, catalogar y segregar a distintos grupos sociales, establecer comparativas entre ellos según su tipificación institucional, explorar las múltiples caras de un conflicto, los juegos del poder, las máscaras y la capacidad de afectación social. Siempre habrá una oportunidad para tener un momento de protagonismo, para ocupar un papel en la historia anónima del universo, siempre que creadores como López mantengan los ojos abiertos para escuchar voces entre el silencio de un rastro.
En cuanto al título de la exposición, hace referencia a ciertos lienzos expuestos en la planta de entrada de la galería Rosa Santos de Valencia, cuyo aspecto está representado por los colores de la Carta de Quebrados, colores que se obtienen de la mezcla de los complementarios con la suma del blanco. Los colores quebrados en pintura son la esencia, la clave imprescindible del dominio del color y de la armonía cromática, algo que como profesor de pintura trata de inculcar a sus alumnos en la Universidad Politécnica de Valencia, donde “La teoría del color” está presente en el contexto justo. Aquí rescatan el concepto de contraste de Picabia en la exposición de 1922 referida anteriormente. En la exposición, reza una cartela de grandes dimensiones con una advertencia: Los quebrados expuestos no surgen de la mezcla de complementarios, sino de su trágica separación. Y aquí es donde el espectador encontrará la clave del porqué cada uno de los documentos tiene el protagonismo que lo convertirá en un relato de rimas y opuestos, de identidades en posiciones y creencias tan diferentes. Esencia de la humanidad misma.
Según Francis Picabia, “Nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección».
Las imágenes están tomadas en la sede de la Galería Rosa Santos de Valencia, antes de la inauguración del proyecto en el espacio que la galería tiene en Madrid, donde tiene continuidad bajo el título “Retícula Quebrada”. Ambas con el denominador común del proyecto de Chema López, y aunque la lectura de ambas puede realizarse de manera independiente, son complementarias.
Recuerda, Chema López que «Muchas de las RR. SS. tienen más datos de los usuarios que cualquier documento de Identidad.
¡Están todos identificados! ¡Disuélvanse!
Vicente Chambó
Chema López. Carta de Quebrados // Galería Rosa Santos (Valencia)
Chema López. Retícula cuadrada // Galería Rosa Santos (Madrid)
Hasta el 20 de mayo de 2022.
Explorar, pensar o representar documentos de papel desde lo pictórico es en cierta manera iniciar un proceso inverso al de la propia manera tradicional de enfrentarse a un lienzo. Como principal materia para hacer cuadernos de apuntes, el papel es el espacio óptimo para un boceto inicial pero también el camino de ideas para llegar a lo definitivo: el fresco, el lienzo de gran formato, el monumento, la pintura mural o el grafiti. Aquí el papel en formato de documento de identidad, es el modelo, la herramienta y la probeta experimental que se erige en elemento sobre el que reflexionar y se convierte en lienzo, en un juego que procede con imágenes aumentadas, manchas magnificadas, detalles de humedad, óxido de grapas metálicas o rasgos grafológicos.
Cuando muere un ser humano termina una historia irrepetible, después, los que le sobreviven le honrarán, condenarán o echarán de menos, y con tiempo será olvidado excepto si es de los elegidos para la gloria. En el transcurso de los tiempos, la cultura social se ha alimentado de identidades virtuosas, grandes conquistadores, líderes carismáticos, guerrilleros, personas con final trágico, y en resumidas cuentas, seres que despiertan sentimientos por las características especiales de su existencia. Este concepto de identidad ejemplar es todavía aceptado con cierta autoridad, a pesar del fenómeno de las RR. SS. donde los valores parecen alejarse de lo aprendido por la memoria colectiva.
Diría Zygmunt Bauman que “La cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y ennoblecer, sino clientes que seducir” para Bauman “La cultura líquida moderna ya no siente que es una cultura de aprendizaje y acumulación, como las culturas registradas en los informes de historiadores y etnógrafos. A cambio, se nos aparece como una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido”.
Pero al olvido le ha salido un enemigo, Chema López (Albacete 1969), en cuya trayectoria se entrecruza el cine, la fotografía y la literatura para inspirarse y servir de inspiración. El presente, es precisamente una muestra de pintura compuesta por óleos sobre lino vertebrados entre el diálogo, la rima y el contraste de identidades anónimas. Existe un testimonio precedente en un autorretrato (1999) sobre el propio DNI de López titulado Mi numerito (Un cuento de fantasmas para adultos, Valencia, 2014. Ed. Fundación General Universitat de València)
Las piezas de la exposición representan diferentes documentos nacionales de identidad, carnets de afiliación, permisos de residencia y otros certificados oficiales aumentados y llevados a los bastidores a escala considerable (125 x 170 y 50 x 70 cm) cuya génesis se sitúa en los primeros meses de 2020. Por lo tanto, la muestra es el fruto de dos años de trabajo cuyo resultado es una suerte de paseo expositivo extraordinario para quien sepa apreciar el valor de la pintura, el patrimonio cultural que representa el papel en los archivos históricos, la fotografía, la historia del arte, y la figura de Francis Picabia, a quien Chema López hace un guiño, en concreto a la exposición Máquinas y Españolas, una muestra en la que el contraste entre las mujeres y las máquinas refuerza la ironía dadaísta, con un prólogo en el catálogo escrito por André Bretón, que realizó en 1922 en la Galería Dalmau de Barcelona. En este caso, López, propone ciertos oleos en base a los colores fruto de la “Carta de Quebrados”, presentado en línea, conforme aparecen en la primera planta de la galería Rosa Santos.
Pero volviendo sobre los personajes que aparecen en la exposición, no se trata de nombres de identidad popular, “No he querido recurrir a figuras conocidas”, confiesa Chema, “Desde hace tiempo adquiero documentos y fichas de identidad de todo tipo de personajes desconocidos, únicamente por el interés que despierta en mi una fotografía, o la estética y composición formal del documento en sí, lo que hay detrás de cada historia anónima. No sigo un orden ni objetivo de colección, sencillamente adquiero, guardo y contemplo de vez en cuando. También he hallado algunos online, buscando, investigando”
Ya en la antigua Grecia, Sócrates hace ver en sus discursos, que únicamente advertimos las gracias que son agudas, huecas e hinchadas de artificio, las de grandes seres, no las que se deslizan bajo la naturalidad y la simplicidad de un campesino, un carpintero, un albañil, un zapatero o un carretero, en definitiva, un común entre los mortales.
El relato de la exposición gira en torno a identidades de éste tipo de perfil, anónimas y encontradas en el camino, a veces buscadas. Identidades desconocidas que no gozan de apellidos ilustres ni logros ejemplares, personas que existieron y dejaron el testimonio de su foto y carnet, sin las condiciones necesarias para poder perpetuarse, pero que como seres humanos, se llevaron tras de sí sus historias al silencio eterno. Y este es el punto de salida que se despliega sostenido en carnés de afiliación usados en tiempos de guerra, documentos para identificar, catalogar y segregar a distintos grupos sociales, establecer comparativas entre ellos según su tipificación institucional, explorar las múltiples caras de un conflicto, los juegos del poder, las máscaras y la capacidad de afectación social. Siempre habrá una oportunidad para tener un momento de protagonismo, para ocupar un papel en la historia anónima del universo, siempre que creadores como López mantengan los ojos abiertos para escuchar voces entre el silencio de un rastro.
En cuanto al título de la exposición, hace referencia a ciertos lienzos expuestos en la planta de entrada de la galería Rosa Santos de Valencia, cuyo aspecto está representado por los colores de la Carta de Quebrados, colores que se obtienen de la mezcla de los complementarios con la suma del blanco. Los colores quebrados en pintura son la esencia, la clave imprescindible del dominio del color y de la armonía cromática, algo que como profesor de pintura trata de inculcar a sus alumnos en la Universidad Politécnica de Valencia, donde “La teoría del color” está presente en el contexto justo. Aquí rescatan el concepto de contraste de Picabia en la exposición de 1922 referida anteriormente. En la exposición, reza una cartela de grandes dimensiones con una advertencia: Los quebrados expuestos no surgen de la mezcla de complementarios, sino de su trágica separación. Y aquí es donde el espectador encontrará la clave del porqué cada uno de los documentos tiene el protagonismo que lo convertirá en un relato de rimas y opuestos, de identidades en posiciones y creencias tan diferentes. Esencia de la humanidad misma.
Según Francis Picabia, “Nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección».
Las imágenes están tomadas en la sede de la Galería Rosa Santos de Valencia, antes de la inauguración del proyecto en el espacio que la galería tiene en Madrid, donde tiene continuidad bajo el título “Retícula Quebrada”. Ambas con el denominador común del proyecto de Chema López, y aunque la lectura de ambas puede realizarse de manera independiente, son complementarias.
Recuerda, Chema López que «Muchas de las RR. SS. tienen más datos de los usuarios que cualquier documento de Identidad.
¡Están todos identificados! ¡Disuélvanse!
Vicente Chambó
Chema López. Carta de Quebrados // Galería Rosa Santos (Valencia)
Chema López. Retícula cuadrada // Galería Rosa Santos (Madrid)
Hasta el 20 de mayo de 2022.
Explorar, pensar o representar documentos de papel desde lo pictórico es en cierta manera iniciar un proceso inverso al de la propia manera tradicional de enfrentarse a un lienzo. Como principal materia para hacer cuadernos de apuntes, el papel es el espacio óptimo para un boceto inicial pero también el camino de ideas para llegar a lo definitivo: el fresco, el lienzo de gran formato, el monumento, la pintura mural o el grafiti. Aquí el papel en formato de documento de identidad, es el modelo, la herramienta y la probeta experimental que se erige en elemento sobre el que reflexionar y se convierte en lienzo, en un juego que procede con imágenes aumentadas, manchas magnificadas, detalles de humedad, óxido de grapas metálicas o rasgos grafológicos.
Cuando muere un ser humano termina una historia irrepetible, después, los que le sobreviven le honrarán, condenarán o echarán de menos, y con tiempo será olvidado excepto si es de los elegidos para la gloria. En el transcurso de los tiempos, la cultura social se ha alimentado de identidades virtuosas, grandes conquistadores, líderes carismáticos, guerrilleros, personas con final trágico, y en resumidas cuentas, seres que despiertan sentimientos por las características especiales de su existencia. Este concepto de identidad ejemplar es todavía aceptado con cierta autoridad, a pesar del fenómeno de las RR. SS. donde los valores parecen alejarse de lo aprendido por la memoria colectiva.
Diría Zygmunt Bauman que “La cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y ennoblecer, sino clientes que seducir” para Bauman “La cultura líquida moderna ya no siente que es una cultura de aprendizaje y acumulación, como las culturas registradas en los informes de historiadores y etnógrafos. A cambio, se nos aparece como una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido”.
Pero al olvido le ha salido un enemigo, Chema López (Albacete 1969), en cuya trayectoria se entrecruza el cine, la fotografía y la literatura para inspirarse y servir de inspiración. El presente, es precisamente una muestra de pintura compuesta por óleos sobre lino vertebrados entre el diálogo, la rima y el contraste de identidades anónimas. Existe un testimonio precedente en un autorretrato (1999) sobre el propio DNI de López titulado Mi numerito (Un cuento de fantasmas para adultos, Valencia, 2014. Ed. Fundación General Universitat de València)
Las piezas de la exposición representan diferentes documentos nacionales de identidad, carnets de afiliación, permisos de residencia y otros certificados oficiales aumentados y llevados a los bastidores a escala considerable (125 x 170 y 50 x 70 cm) cuya génesis se sitúa en los primeros meses de 2020. Por lo tanto, la muestra es el fruto de dos años de trabajo cuyo resultado es una suerte de paseo expositivo extraordinario para quien sepa apreciar el valor de la pintura, el patrimonio cultural que representa el papel en los archivos históricos, la fotografía, la historia del arte, y la figura de Francis Picabia, a quien Chema López hace un guiño, en concreto a la exposición Máquinas y Españolas, una muestra en la que el contraste entre las mujeres y las máquinas refuerza la ironía dadaísta, con un prólogo en el catálogo escrito por André Bretón, que realizó en 1922 en la Galería Dalmau de Barcelona. En este caso, López, propone ciertos oleos en base a los colores fruto de la “Carta de Quebrados”, presentado en línea, conforme aparecen en la primera planta de la galería Rosa Santos.
Pero volviendo sobre los personajes que aparecen en la exposición, no se trata de nombres de identidad popular, “No he querido recurrir a figuras conocidas”, confiesa Chema, “Desde hace tiempo adquiero documentos y fichas de identidad de todo tipo de personajes desconocidos, únicamente por el interés que despierta en mi una fotografía, o la estética y composición formal del documento en sí, lo que hay detrás de cada historia anónima. No sigo un orden ni objetivo de colección, sencillamente adquiero, guardo y contemplo de vez en cuando. También he hallado algunos online, buscando, investigando”
Ya en la antigua Grecia, Sócrates hace ver en sus discursos, que únicamente advertimos las gracias que son agudas, huecas e hinchadas de artificio, las de grandes seres, no las que se deslizan bajo la naturalidad y la simplicidad de un campesino, un carpintero, un albañil, un zapatero o un carretero, en definitiva, un común entre los mortales.
El relato de la exposición gira en torno a identidades de éste tipo de perfil, anónimas y encontradas en el camino, a veces buscadas. Identidades desconocidas que no gozan de apellidos ilustres ni logros ejemplares, personas que existieron y dejaron el testimonio de su foto y carnet, sin las condiciones necesarias para poder perpetuarse, pero que como seres humanos, se llevaron tras de sí sus historias al silencio eterno. Y este es el punto de salida que se despliega sostenido en carnés de afiliación usados en tiempos de guerra, documentos para identificar, catalogar y segregar a distintos grupos sociales, establecer comparativas entre ellos según su tipificación institucional, explorar las múltiples caras de un conflicto, los juegos del poder, las máscaras y la capacidad de afectación social. Siempre habrá una oportunidad para tener un momento de protagonismo, para ocupar un papel en la historia anónima del universo, siempre que creadores como López mantengan los ojos abiertos para escuchar voces entre el silencio de un rastro.
En cuanto al título de la exposición, hace referencia a ciertos lienzos expuestos en la planta de entrada de la galería Rosa Santos de Valencia, cuyo aspecto está representado por los colores de la Carta de Quebrados, colores que se obtienen de la mezcla de los complementarios con la suma del blanco. Los colores quebrados en pintura son la esencia, la clave imprescindible del dominio del color y de la armonía cromática, algo que como profesor de pintura trata de inculcar a sus alumnos en la Universidad Politécnica de Valencia, donde “La teoría del color” está presente en el contexto justo. Aquí rescatan el concepto de contraste de Picabia en la exposición de 1922 referida anteriormente. En la exposición, reza una cartela de grandes dimensiones con una advertencia: Los quebrados expuestos no surgen de la mezcla de complementarios, sino de su trágica separación. Y aquí es donde el espectador encontrará la clave del porqué cada uno de los documentos tiene el protagonismo que lo convertirá en un relato de rimas y opuestos, de identidades en posiciones y creencias tan diferentes. Esencia de la humanidad misma.
Según Francis Picabia, “Nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección».
Las imágenes están tomadas en la sede de la Galería Rosa Santos de Valencia, antes de la inauguración del proyecto en el espacio que la galería tiene en Madrid, donde tiene continuidad bajo el título “Retícula Quebrada”. Ambas con el denominador común del proyecto de Chema López, y aunque la lectura de ambas puede realizarse de manera independiente, son complementarias.
Recuerda, Chema López que «Muchas de las RR. SS. tienen más datos de los usuarios que cualquier documento de Identidad.
¡Están todos identificados! ¡Disuélvanse!
Vicente Chambó